¿CÓMO? Y PARA QUÉ DEBEMOS ORAR

 Lastimosamente venimos de una cultura que nos mal enseñó la palabra y sigue influenciado en muchas de nuestras práctica, así seamos Cristianos.  Una de estas herejías más comunes es sobre el orar, pues unos hacen rezos y más rezos, creyendo que con eso serán salvos y estarán en paz con Dios. Hay otros que toman la oración como un espacio para pedir  y pedir creyendo que solo con el pedir Dios les concede todo. Otros buscan que todo el mundo ore por ellos creyendo que porque otros oran por ellos entonces Dios obrará. Otros buscan orar en reuniones buscando palabras bonitas buscando si es posible mencionar palabras poéticas. Pues bien dijo Jesús:

“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.”
Mateo 15:7-9

Pero realmente qué dice la palabra qué nos enseña  Jesucristo:

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.”
Mateo 6:1

“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”

Mateo 6:5-8

Entonces Jesús nos enseña la oración más famosa a petición de los discípulos que es el Padre Nuestro, pero miremos ¿Cuál es la estructura de esta oración?

  1. Reconocer que Dios está en los cielos no en la naturaleza?
  2. Dios es Santo, Santo.
  3. Pedir que su reino permanezca en nosotros. Y todo reino tiene un rey, al cual debemos obedecer en todo.
  4. Ya no hacemos lo que queremos, sino que reconocemos que todo lo que pasa está bajo su voluntad y control, ya no vivimos nosotros, sino que Él vive en nosotros.
  5. Pedimos por el pan de cada día que es su palabra, la palabra pan significa el Pan que es Jesucristo, pues él es el pan que descendió del cielo.
  6. Pedimos perdón porque somos pecadores y no paramos de pecar todos los días, a pesar de ya no ser esclavos del pecado.
  7. Pedimos que nos libre de las trampas de Satanás, de la tentación y todo mal que el maligno nos quiera hacer.
  8. De Él es nuestra vida y toda la creación.

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
Mateo 6:9-15

Podemos ver que al terminar la oración, Jesús hace especial énfasis en EL PERDÓN. Mostrando que debemos perdonar para ser perdonados, demostrando que es lo fundamental de nuestra oración diaria, pedir perdón y perdonar. Pues también lo dice en Lucas 6:

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.”
Lucas 6:37

Así pues que nosotros cuando hemos recibido verdaderamente a nuestros Señor y hemos nacido de nuevo, gracias a un verdadero arrepentimiento, dado por la gracia del Señor en que Él nos hizo ver lo MALOS Y PERVERSOS que éramos, entonces ya no vivimos pidiendo perdón de los pecados del pasado, sino que solo debemos limpiarnos diariamente de todo pecado, y eso es lo que Jesús quiso enseñarnos con el lavamiento de los pies:

“Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.”
Juan 13:1-10

Como vemos Jesús le dice a Pedro que si no se deja lavar los pies, no tiene parte con Él, mostrando que el nos limpia nuestro caminar diario. Pues con su sacrificio murió por nuestros pecados y con su preciosa sangre nos limpia de toda maldad.

“Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.”
Hebreos 7:22-28

También debemos orar en acción de gracias, por la bondad que el Señor para con nosotros en todo lo que hace en nuestras vidas, pues bien Pablo le recomienda a los Colosenses:

“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”
Colosenses 4:2-6

Orar por nuestros hermanos para que se haga la voluntad de Dios en sus vidas y que le dé el trato que cada uno necesita, para que crezca en su obra y perdonándoos unos a otros si en algo tenemos queja contra el hermano:

“soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
Colosenses 3:13-17

Así que debemos buscar que nuestra oración sea en espíritu no con ganas palabrerías, pues bien nos recomienda Pablo cuando dice el Romanos:

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Romanos 8:26-28

 

Dios nos bendiga.