“’Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”
Josué 1:8-9
Nuestro Señor nos manda a que día y noche estudiemos su palabra y meditemos constantemente en ella, porque sólo a través del discernimiento de su palabra y la comunión con su Santo Espíritu encontramos respuestas a todas las situaciones que se nos presentan a diario. Debemos recordar que andamos en un mundo lleno de tinieblas y que en medio de la oscuridad no se puede ver nada, por eso sabemos que solo mediante la luz que es su palabra podemos caminar en este mundo, pues escrito está:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”
Salmo 119:105
Y no solo basta con leerla sino meditarla y ponerla en práctica, pues solo así podemos alumbrar nuestro camino y hacer la voluntad de Dios y acatar todos su mandamientos pues bien dice:
“!!Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo.
Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos; De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra.
No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. !!Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.
De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.”
Salmo 119:97-104
La meditación diaria de su palabra nos hace cada vez más sabios, y todas nuestras decisiones las tomamos con sabiduría, pues Jesús es la PALABRA que se encarnó en el mundo, pues vino a revelar la palabra del Padre celestial.
“Antes de que todo comenzara ya existía aquel que es la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Cuando Dios creó todas las cosas, allí estaba la Palabra. Todo fue creado por la Palabra, y sin la Palabra nada se hizo. De la Palabra nace la vida, y la Palabra, que es la vida, es también nuestra luz.
La luz alumbra en la oscuridad, ¡y nada puede destruirla!”
Juan 1:1-5
Apartados de LA PALABRA nada somos, por eso nos dijo:
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”
Juan 1:15-11
Porque la palabra de Dios es desde el principio y esta es Dios y debemos vivir sumergidos en ella para soportar las aflicciones, y estar en constante gozo.
“Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste.
Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, Pues todas ellas te sirven.
Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado.
Tuyo soy yo, sálvame, Porque he buscado tus mandamientos. Los impíos me han aguardado para destruirme; Mas yo consideraré tus testimonios.
A toda perfección he visto fin; Amplio sobremanera es tu mandamiento.”
Salmo 105:89-96
Todo es temporal y todo terminará algún día en este mundo, lo único que permanece para siempre es nuestro Señor y su palabra pues bien nos dijo:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
Mateo 24:35
Es por eso que lo único que permanecerá es la palabra, pues sólo Jesucristo tiene palabras de vida eterna, pues Pedro le dijo a Jesús:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
Juan 6:68
Así que en la medida que meditamos en su palabra, nos llenamos del espíritu de Dios y ya no ponemos los ojos en este mundo sino que en la eternidad vivimos y por la eternidad caminamos en este mundo y ya no hacemos nada más que pensar y mirar la eternidad con nuestros amada YESHÚA HA MASHIAJ.
Puestos los ojos en Jesús
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.”
Hebreos 12:1-3